domingo, 30 de junio de 2013

Telenovela noticiosa

La película italiana Portero de noche, estrenada en 1974, narra las peripecias atravesadas en la Viena de 1957 por la esposa de un célebre director orquestal estadounidense, alojada, durante una gira artística de su consorte, en un edificio vienés, cuyo portero nocturno, antiguo SS, martirizó a la dama en cuestión durante su cautiverio en un campo de prisioneros germano-nazi de la Segunda Guerra Mundial. El portero, encarnado por Dirk Bogarde, no reniega de su pasado hitleriano y, fuera de su horario laboral, se reúne secretamente con otros nostálgicos del III Reich, a rendir tributo al malogrado proyecto nazi en una Viena ocupada en 1938 por impiadosos elementos hitlerianos, que obligaron a un octogenario y enfermizo Sigmund Freud a emprender un tardío exilio londinense, por el simple hecho de ser judío, como si ser judío ofendiera a la Humanidad. (Lamentable es comprobar que ciertos judíos actuales parezcan considerar que el ser palestino ofende a la especie humana, como si esos judíos del siglo XXI d. C.olvidaran el martirio infligido al pueblo judío por elementos no judíos actuantes durante la trimilenaria historia judía y la generosa protección brindada, ante un pretérito antisemitismo cristiano, por musulmanes pretéritos tan islámicos como los actuales palestinos. Aclaro que me cortaría una mano antes de ser antisemita).
Casi cuarenta años después del estreno mundial de Portero de noche, la capital argentina, albergue de una populosa y bien conceptuada comunidad judía, se ha visto conmocionada por el cruel asesinato de la adolescente católica Ángeles Rawson, cuya autoría material ha sido atribuida a Jorge Mangeri, portero de su edificio, dando pábulo a una impiadosa telenovela noticiosa, orquestada por multimedios imprudentemente dotados, por su multitudinaria audiencia, de un poder omnímodo análogo al poder ilimitado imprudentemente depositado por el pueblo alemán en manos de Hitler.
No justifico en absoluto el atroz asesinato de Ángeles Rawson, obligada, a sus escasos dieciséis abriles, a renunciar miserablemente a la vida otorgada a Ángeles por el Dios venerado en la parroquia de la católica escuela de la infortunada estudiante secundaria, masacrada en el año de la elección papal de su compatriota y correligionario religioso Jorge Mario Bergoglio. Fui docente secundario en escuelas públicas del conurbano bonaerense. Tuve alumnas de la edad de Ángeles, provenientes, a diferencia de la señorita Rawson, de hogares familiares en situación de riesgo social, y constreñidas a una maternidad harto temprana, situación que impelía a mi directora a considerar seriamente la posibilidad de abrir un jardín maternal para los hijos de nuestras alumnas, comprensiblemente obligadas por ley de la Nación a finalizar sus estudios secundarios, a fin de evitar situaciones de deserción estudiantil y cierre de cursos por matrícula insuficiente.
No justifico en absoluto el atroz asesinato de Ángeles Rawson. Pero tampoco justifico en absoluto la desmedida cobertura mediática del crimen (ni de las noticias policiales en su conjunto). Ángeles tenía dieciséis años, edad convertida, por otra ley de la Nación, en la edad electoral mínima a partir de las elecciones del año en curso. Figuraba probablemente entre los 750 mil nuevos votantes de 16 a 18 años, habilitados para sufragar en los comicios de 2013, cuyo adelantado debut comicial debería recibir una cobertura mediática mucho más amplia que la macabra e interminable telenovela noticiosa montada en derredor del atroz asesinato de Ángeles Rawson.

 
  
       Ángeles Rawson

No hay comentarios:

Publicar un comentario