En
la película estadounidense Escape imposible, dirigida por el cineasta sueco Mikael Håfström,
Sylvester Stallone personifica a Ray
Breslin, autoridad en materia de seguridad penitenciaria propenso a hacerse
recluir deliberadamente en instituciones carcelarias para demostrar su
vulnerabilidad en lo tocante a fuga de presidiarios. En el film de Håfström, Stallone,
encarcelado junto a Arnold Schwarzenegger, logra fugarse de una prisión presuntamente
inexpugnable, montada en un barco que circunnavega los mares y océanos
terrestres para mantener alejados a peligrosos convictos de las superficies de tierra
firme. Stallone logra huir al atraer al barco un helicóptero militar marroquí
capturado por cómplices del fugitivo e incendiar desde el aire un barco-prisión
inundado de agua transformada en combustible por un mecanismo ad-hoc instalado a bordo
del buque carcelario.
Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone en Escape
imposible
En
épocas pretéritas, la Argentina supo tener una prisión flotante similar a la
exhibida en el film de Håfström e instalada en la Isla Martín García. Difícil
parecía huir de una Isla Martín García situada a tres horas de navegación del
puerto argentino de Tigre y a un considerable tramo acuático del puerto uruguayo
de Carmelo. Difícil parecía huir de una Isla Martín García convertida en
presidio para convictos sentenciados a los rudos trabajos forzados consistentes
en la explotación de una cantera destinada a compartir con una cooperativa
anarquista tandilense la responsabilidad de producir piedra para adoquinar las
calles porteñas de principios del siglo XX, destinadas, a su vez, a albergar rieles
de tranvías recién electrificados. Difícil parecía huir de una Isla Martín
García convertida en “cárcel VIP” para cuatro presidentes argentinos: Hipólito
Yrigoyen, Marcelo Torcuato de Alvear, Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi. Yrigoyen
debió aguardar el fin de la dictadura uriburista, rematada por el indulto del
ex presidente, para liberarse de unos rigores isleños poco aconsejables para el
anciano y achacoso líder radical. Alvear debió optar por exiliarse en su amado
París para alejarse de unos
rigores isleños matizados por los convictos con el amasado de un famoso pan
dulce actualmente elaborado por una panadería isleña explotada por hombres
libres y por el ex mandatario con el elegante inodoro portátil de loza inglesa
portado por Alvear a Martín García e indudablemente más apropiado para las
heces de un miembro de familia patricia que los toscos retretes isleños. Para alejarse de los rigores isleños, Perón debió pretextar
una dolencia pulmonar para regresar al continente devenido en triunfal líder de
masas. Frondizi
debió reemplazar los rigores isleños por los sureños, siendo trasladado de Martín
García al periodo barilochense del presidio frondizista. La historia de Martín
García y el film de Håfström nos recuerdan que no siempre es factible (ni
sencillo) eludir el rigor del destino, como bien nos recordara décadas atrás
Gerardo Vallejo en su película homónima, estrenada en una Argentina
alfonsinista que luchaba por dejar atrás los horrorosos rigores de la larga
noche procesista.
Inodoro
portátil de loza inglesa, utilizado a principios del decenio de 1930 por el ex
presidente constitucional Marcelo Torcuato de Alvear durante su presidio en la
Isla Martín García y actualmente conservado en el museo isleño
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