domingo, 24 de noviembre de 2013

Espejitos de colores

En el otoño austral de 1995, yo tenía 25 años y peregriné con mi parroquia boquense hasta el sepulcro del mapuche argentino Ceferino Namuncurá, beatificado en 2007 por el papa Benedicto XVI y sepultado en el establecimiento salesiano de Fortín Mercedes, en la orilla bonaerense del río Colorado. En la santería de Fortín Mercedes compré un ejemplar de la biografía de Ceferino escrita por Manuel Gálvez, cuya evitación del panegírico podría haberle acreditado méritos historiográficos tan relevantes como sus indiscutibles dotes literarias. Gálvez alababa la inteligencia de un Ceferino fulminado por la tuberculosis a la temprana edad de dieciocho años, cuando todo parecía augurar un brillante porvenir sacerdotal al joven mapuche, desprotegido ante su dolencia letal, protegido por los salesianos y recibido por el papa san Pío X, que en pocos años había pasado, en el terreno idiomático, del mapuche y de los verbos castellanos exclusivamente conjugados en gerundio a un castellano sin fallos, un italiano perfectamente pronunciado y cierta familiarización con esa lengua latina que aún constituía la lengua madre de la Iglesia Católica (faltaban aún seis decenios para la generalización de las lenguas romances en el ámbito eclesiástico, promovida por ese Concilio Vaticano II impulsado por un Juan XXIII actualmente próximo a ser canonizado por Francisco, el primer papa argentino, quien, tras haber beatificado al cura Brochero, no sería extraño que canonizase a Ceferino).


Ceferino Namuncurá bendecido por el papa san Pío X (27.09.1904)

Por estos días, medios periodísticos argentinos e ingleses han mencionado al niño mapuche argentino Claudio Gabriel Ñancufilapodado el "Messi de las nieves", miembro del equipo futbolístico infantil barilochense Martín Güemes y perfilado, a la temprana edad de ocho años, como una brillante promesa deportiva ambicionada por grandes clubes futbolísticos europeos de Europa como Real Madrid, Barcelona, Atlético Madrid, Milan y Manchester United.
En tiempos de Ceferino Namuncurá, los mapuches más talentosos eran enviados a Roma a estudiar sacerdocio con los salesianos y ser recibidos por el Papa de turno. En la actualidad, el caso de Ñancufil parece revelar que a los mapuches los tientan con suculentos contratos futbolísticos. Sería bueno descartar cualquier semejanza con esos espejitos de colores supuestamente utilizados como cazabobos dirigidos a los indios hispanoamericanos del siglo XVI por sus conquistadores españoles de dicha centuria. De formalizarse la tempranísima  transferencia de Ñancufil al fútbol europeo durante el tardío pontificado del futbolero Francisco, sería bueno que el papa Bergoglio recibiera en la Santa Sede al pequeño "Messi de las nieves".


El papa Francisco con el Pupi Zanetti y su camiseta del Inter de Milán (25.04.2013)


  Video de una actuación futbolística de Ñancufil 



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