miércoles, 20 de noviembre de 2013

¡A Moreno lo tiraron al agua!

En 1983, en su programa televisivo Extra Tato, Tato Bores ingresaba a un estudio televisivo montado a caballo, caracterizado como don Quijote de la Mancha y declamando a viva voz un célebre pasaje del prólogo de Mariano Moreno a su castellanización del texto francófono del Contrato social de Jean-Jacques Rousseau: «Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía». Frase fuerte en un programa de humor político televisado durante el último año de la dictadura procesista, cuya desmedida política represiva tornaba, como mínimo, quijotescas las palabras del cuestionado secretario de la Primera Junta, cuyo presidente Cornelio Saavedra, profundamente discrepado con Moreno, dictaminó el cese de Moreno como secretario de la Junta y su envío a Inglaterra en misión diplomática.

Tato Bores en Extra Tato (1983)

¡A Moreno lo tiraron al agua!, era la réplica invariablemente recibida por Tato en su sketch. Como es sabido,  Moreno murió en alta mar, ante las costas brasileñas, a bordo del barco que lo llevaba a Inglaterra. Hay quienes sospechan que fue envenenado, aunque no pretendo caer aquí en estériles teorías conspirativas. Lo cierto es que Moreno murió en alta mar en una época sin barcos con cámaras frigoríficas para conservar cadáveres humanos, lo cual obligaba a las dotaciones navales a arrojar los occisos al mar.
Por estos días, otro cuestionado secretario de Estado, también apellidado Moreno, ha presentado su renuncia a la secretaría de Comercio Interior y sido designado como agregado económico de la embajada argentina en Roma, muy cerca de una Santa Sede actualmente encabezada por el argentino papa Francisco.
Como al Moreno de 1810, a Guillermo Moreno lo alejan de una secretaría de Estado y lo envían a Europa en misión diplomática. Pero, a diferencia del Moreno de 1810, el ex secretario de  Comercio Interior no deberá viajar al Viejo Mundo en un lento e incómodo barco de madera, propulsado por toscos velámenes, sino en una rápida y confortable aeronave comercial, impulsada por potentes turbinas, siendo lo más probable que no fallezca en el camino y que, de expirar durante su cruce transatlántico, no sea por envenenamiento ni arrojen su occiso al océano. Al Moreno de 1810 lo tiraron al agua de manera fehaciente y en estado cadavérico. A Guillermo Moreno lo tiran al agua de manera simbólica, en plena posesión de sus signos vitales, para que aprenda a nadar sin el salvavidas proporcionado al Moreno de 1810 por un Saavedra finalmente arrepentido de dicho gesto y a Guillermo Moreno por un Néstor Kirchner actualmente tan occiso como Mariano Moreno y por una Cristina Fernández recientemente sometida a una cirugía practicada en un delicado sector de la constitución psicofísica humana. Lo cierto es que, en poco más de dos siglos, la Argentina ha tenido dos ex cuestionados secretarios de Estado enviados a Europa en misión diplomática. Que los dos se apellidaban Moreno. Y que los tiraron al agua por su propio bien. En este Día de la Soberanía, el Estado y pueblo argentinos han acrecentado su soberanía al deshacerse de un funcionario indeseable.

  
Pedro Subercaseaux. Mariano Moreno en su mesa de trabajo


Guillermo Moreno

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