Por estos días, el país se ha visto jaqueado por una protesta policial cordobesa secundada por las policías
riojana, catamarqueña, neuquina, rionegrina, chubutense, santafesina,
mendocina, entrerriana, chaqueña, jujeña, bonaerense y fueguina. La brusca interrupción de una seguridad policial considerada endeble se ha traducido en saqueos a locales comerciales recordatorios de los saqueos de diciembre de 2001, cuyo duodécimo aniversario se conmemora en este mes del treintanario de la actual democracia argentina.
Los saqueos de diciembre de 2001 tenían una finalidad definida: repudiar las insostenibles políticas neoliberales. ¿Qué finalidad tenían los saqueos de diciembre de 2013? Sólo Dios parecería saberlo.
De hombres de Dios parece decidida a rodearse la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, mientras su jefe de Gabinete intenta aplacar la voracidad de unos gendarmes, policías y prefectos que no parecen querer desestabilizar gobiernos civiles, a diferencia del Ejército, Armada y Aeronáutica de 1930-1976, pero sí ganar más que las maestras de sus hijos, como si ellos no hubiesen necesitado alfabetizarse para ser gendarmes, policías y prefectos.
De hombres de Dios parece decidida a rodearse la Presidenta en este último mes del primer año de pontificado del primer Papa argentino. Ya se reunió con representantes católicos y evangélicos. Ya se agendó reuniones con representantes judíos y musulmanes. Sólo Dios parecería saber qué pretendían las trece policías provinciales autoacuarteladas en tiempo récord. En siete días hizo Dios al mundo, según el relato bíblico. En siete días se sublevaron trece policías provinciales en la Argentina de fines de 2013. Invocar la protección policial parece fútil por estos días en la Argentina, incluso en su opulenta capital, donde los hinchas de Boca pueden asolar las inmediaciones del Obelisco sin la menor presencia de una policía porteña aparentemente autoacuartelada sin previo aviso, a diferencia de las trece policías provinciales autoacuarteladas a grito pelado en estas vísperas de la Natividad de un Señor actualmente representado en la Tierra por el papa Francisco.
Invocar la protección policial parece fútil por estos días en la Argentina. Tal vez por ello la Presidenta prefiera, como los constituyentes de 1853, invocar la protección de Dios.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner con Monseñor Arancedo, titular de la Conferencia Episcopal Argentina (Olivos, 12.12.2013)
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