Video de Nelson Mandela (1990)
Los daguerrotipos, popularizados hacia 1840, supusieron un gran avance en lo referente a la reproducción gráfica de figuras humanas, sujeta durante milenios a engorrosos procederes pictóricos y escultóricos, sin que dicha afirmación pretenda negar las indiscutibles dotes de eximios retratistas plásticos como Diego Velázquez o Francisco de Goya y Lucientes. Reproducción gráfica de figuras humanas sujeta durante siglos a los preconceptos mahometanos sobre una reproducción gráfica de figuras humanas recusada por idólatra por la cultura musulmana, que me obligaran a contemplar añosísimos frescos bizantinos estambulitas con sus facciones humanas impiadosamente suprimidas por los conquistadores musulmanes de la Constantinopla del siglo XV.
En enero de 1986, tres meses antes de mi decimosexto cumpleaños, veraneaba yo con mi familia en Villa Gesell, donde había logrado munirme de un ejemplar de la célebre revista estadounidense Time, del cual obtuve mis primeras referencias sobre Nelson Mandela. Según Time, Mandela había sido encarcelado en 1962 en su Sudáfrica natal, sin haber sido fotografiado desde 1965, circunstancia que había obligado al articulista de Time a ilustrar su breve texto sobre Mandela con un dibujo del líder sudafricano, cuyo retratista se había visto obligado a efectuar un considerable esfuerzo de imaginación para tratar de imaginar qué aspecto físico tendría el Mandela de 1986. Pocos años después, el Mandela no fotografiado en décadas se convertía, tras su liberación, en uno de los hombres más fotografiados o filmados del mundo, tras haber sido obligado, durante decenios, a vivir como si jamás hubiesen existido Daguerre o los hermanos Lumière.
De la oscuridad a la luz. Así vivió Mandela, cuya luz propia jamás habrá de apagarse.
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