Charles Chaplin en La quimera del oro (1925)
En 1977 yo tenía siete años y el Canal 7 de Buenos Aires difundía un programa infantil dedicado a la figura y trayectoria del gran Charles Chaplin. He olvidado por completo el nombre del programa y su conductora de galera. En la Navidad de 1977 fallecía Chaplin. Se lo comenté a mi hermana de cinco años, que me preguntó si estaba triste por la muerte del "genio del cine", como lo llamaba George Bernard Shaw. No supe darle una respuesta.
En 1984 Claudio España conducía Por siempre Chaplin, otro programa del Canal 7 de Buenos Aires, principalmente dedicado a la obra de Chaplin, aunque también incluía filmografía de colegas-contemporáneos de Chaplin, como Max Linder, Buster Keaton y Harold Lloyd. Con los años iría creciendo mi admiración por Chaplin, sobre todo en el otoño austral de 1994, al estrenarse la película de sir Richard Attenborough sobre un Chaplin superlativamente interpretado por un Robert Downey Jr.felizmente alejado de la insufrible mediocridad de Iron Man (en la película de Attenborough la madre de Charles Chaplin es encarnada por su nieta Geraldine). En el invierno austral de 1994, una cirugía pulmonar de urgencia me obligaría a una convalecencia matizada por videos de películas sonoras de Chaplin, como Monsieur Verdoux, Candilejas y Un rey en Nueva York, que me permitieron ampliar mi conocimiento de la filmografía chapliniana, hasta entonces fundamentalmente consistente en su pasmosa producción silente. En el verano austral de 1996 maticé una estancia geselina con la autobiografía de Chaplin, utilizada por Attenborough para su gran film sobre Chaplin.
Pasado mañana, día de Navidad, se cumplirá un nuevo aniversario del deceso de Charles Chaplin, cuyo estudioso Claudio España tampoco se encuentra actualmente en este mundo. España no pudo ser más elocuente al titular su programa de Canal 7. Aunque físicamente extinto hace muchos años, Chaplin sigue estando entre nosotros, aunque su obra pueda haber perdido público.
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